miércoles, 25 de marzo de 2015

El pleno ejercicio de la memoria

 El bloque de concejales del Frente para la Victoria Almirante Brown, hizo un muy interesante análisis sobre los años de dictadura y  homenajeo a los 30.000 detenidos desaparecidos en la voz del concejal Ignacio Villaronga, durante la sesión del 25 de marzo en el concejo deliberante.

Hace 39 años, un diario de gran tirada gritaba desde su tapa, en letras de molde bien negras, que la Argentina tenía un “Nuevo Gobierno”.
Desgraciadamente, no era cierto.
No era cierto porque no era “nuevo”: era, otra vez, el resultado más gorila de la más rancia coalición de poderes económicos que utilizaba a las fuerzas armadas de la nación para burlar la voluntad popular y favorecer sus intereses.
Lo habían hecho en 1930, lo habían hecho en 1955, lo habían repetido en 1962 y en 1966 y volvían a repetirlo ese 24 de marzo de 1976.


Siempre la misma alianza decadente de los personeros más reaccionarios del Poder Económico de un lado y siempre el mismo objetivo: la conculcación violenta y criminal de los derechos conquistados por el pueblo argentino.
No era “nuevo”, no.
Tampoco, ya sabemos, se trataba de un “gobierno”.
Era la instauración despótica de una dictadura asesina dispuesta a cualquier cosa con tal de asegurarle a sus patrones de afuera y a los poderosos de adentro la más tranquila y efectiva ampliación de sus negocios y la multiplicación de sus ganancias.
¿Había que asesinar, torturar, desaparecer ciudadanos y ciudadanas?
Pues se hacía.
¿Había que suspender toda garantía constitucional?
Pues se hacía.
¿Había que destruir la estructura productiva de la nación para adecuarse a los vientos internacionales?
Pues se hacía.
Todo lo que fuera necesario hacer para asegurar el incremento de las ganancias de los sectores más económicamente poderosos del país y del extranjero, pues se hacía.
Y se hizo.
Para ello se derrocaba por la fuerza al último gobierno elegido popularmente, con más del 60 por ciento de los votos.
¿La excusa?
La supuesta falta de eficacia del gobierno constitucional de la entonces presidenta María Estela Martínez de Perón para combatir los grandes males que, según estos poderes económicos, asolaban el país.
Pero no nos confundamos.
Porque en algunos relatos parece que en  la Argentina de 1976 sólo existían DOS fuerzas en pugna: el partido político gobernante y las fuerzas armadas.
Y no.
Había también otros partidos políticos.
Había otras fuerzas civiles que intervenían en la vida política pública de la nación.
Algunos se sumaron alegremente a la matanza y el aniquilamiento productivo de la patria, proveyendo intendentes y funcionarios a la dictadura asesina.
Otros callaron y se guardaron hasta que pasara el vendaval de sangre y destrucción.
Pero no es esto un tardío pase de facturas ni una acusación resentida: es un llamado de atención.
Es un recordatorio a todos los amigos de otras fuerzas políticas de que el 24 de marzo, que ahora conmemoramos institucionalmente como el comienzo del horror más sanguinario de la historia argentina, no hubiera podido existir sin la anuencia, sin el aplauso y sin el silencio mezquino del resto de las instituciones democráticas de la patria.
Pero como al gobierno de aquella presidenta se lo tachaba, desde los principales medios periodísticos y desde los líderes de la oposición, de corrupto, de ineficaz y de poco democrático, no hubo objeciones.
Y hoy tenemos a 30000 compañeros desaparecidos, cientos de niños que aun no recuperan su identidad y un aparato productivo nacional que aun sufre las consecuencias.
No es un atrasado “pase de facturas”. No es un lamento por lo que nos pasó.
No.
Es, a 39 años de la peor pesadilla que vivió nuestra patria, un recordatorio y un llamado.
Un llamado a las fuerzas políticas democráticas a no dejarse, nunca más, seducir o atemorizar por la vieja derecha reaccionaria y pretendidamente liberal que nada tiene de “nueva” ni de “renovadora”, se venda como se venda.
Que este 24 de marzo, compañeros y compañeras, sirva para seguir de pie, conservando nuestras diferencias, pero unidos contra la vieja, viejísima reacción conservadora –no  importa con qué ropajes se vista- que sólo busca, como entonces y como siempre seguirá buscando, el retroceso en las conquistas del pueblo argentino y del sentir nacional, el cercenamiento de los derechos de los que menos tienen y la entrega de nuestros ideales y realizaciones a los conocidos de toda la historia nacional.

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